martes, 16 de octubre de 2007

Reflexión aparte: La casualidad

Me niego a creer en la casualidad. La realidad me lo prohíbe. La parte humana y social de la realidad, quiero decir. hemos manipulado al mundo de tal manera que lo casual (la coincidencia, la suerte, el azar) se ha transformado en la creación más terrible y efectiva del hombre. El mejor fertilizante para cultivar la ignorancia, para dirigir al planeta hacia un punto secreto, confidencial, infinito, donde solo la inmortalidad nos permitiría llegar. Pero no poseemos ese don, y por eso simplemente nos resignamos a creer en la mágica opción que la casualidad nos brinda. Conseguir un buen trabajo, encontrar una hermosa pareja estable y, por qué no, gozar de buena salud, no son ya fruto de nuestro esfuerzo, si no producto de nuestra divina suerte, latente dentro de cada individuo, dentro del alma. Tanto es así nuestra realidad, que hasta los culpables de este injerto cotidiano han caído en la trampa, se han vuelto parte integral de la condena, y es imposible volver atrás. La necesidad insuperable de escapar del manejo al que estamos sometidos terminó por darle una trágica independencia a nuestro destino, quitándole la verdadera escencia a nuestra sociedad actual, transformando así la secreta causalidad en una evidente casualidad.

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