jueves, 17 de febrero de 2011

TRES: THE ENTRANCE

Papá da vueltas alrededor mío. Estamos en el patio de casa, la casa donde nací. De la habitación de arriba llega un olor nauseabundo. Por la actitud de papá me doy cuenta de que no quiere que suba. Presiento que algo anda muy mal. Mi hermana está metida en el baño, con la boca apoyada en el inodoro. Voy hasta las escaleras y papá vuelve a frenarme, así que voy a la cocina, ahí el olor es mucho más agradable. Pero hay demasiada luz y la temperatura me produce confusiones. Papá sube de pronto. Alguien lo acompaña, alguien que no había visto antes. Vuelvo al patio, donde me siento más fresco. Mi hermana ya no está en el inodoro, se apoya ahora sobre el lavatorio. Me mira fijo. Empiezo a tener hambre y me acerco a ella a gran velocidad. Ella pega un grito y se aleja hacia la cortina de la ducha. Yo regreso hacia la escalera, desde donde siento el llamado de mi padre. Subo y me adentro en la habitación de arriba, donde el olor es insoportable. Mi padre yace en el suelo. Me siento mareado y descompuesto. Quien acompañaba a papá al subir, yace muerto junto a él. Mis sentidos empiezan a confundirse, mi cuerpo empieza a vibrar, y caigo al suelo, perdiendo por completo el dominio de mis alas. Lo último que veo, antes de morir envenenado, es la cara de mi padre, y su boca llena con la sangre del asesino.

Tenía que escribir esa historia, no podía quedar así, por más profundo y poético que fuera mi “Dos”. El olor a veneno no es tan terrible y me acaba de picar un mosquito. Acabo de ver la película “The entrance” y es bastante mala, pero tenía que verla, siempre me quedo dormido al principio. Supongo que en castellano se llamará “La entrada”, pero qué importa.

DOS

Tienen que ver esa película, “NOCHE DIABÓLICA”. No sé como se llamará en ingles, pero mírenla. Y después dejen pasar un tiempo y véanla otra vez, re locos. Cuando me acosté a mirarla…

Me acabo de dar cuenta que en el capítulo anterior hablé para mis adentros, y ahora estoy hablando como si alguien me escuchara. O me leyera. Voy a dejar de hacer eso, me pone un tanto nervioso. Encima mi habitación esta llena de ese espantoso mata mosquito espantoso. Espero no descomponerme como anoche. Aunque lo de anoche no haya sido producto de este espantoso mata mosquitos espantoso. Y mata mosquitos espantosos. Con ese, es decir, con “s” si estuvieran leyéndome.

Recién me llegó un mensaje de mi vieja, dice:

? YO TAMBIEN TE QUIERO MI VIDA. MANIANA CENEMOS ALGO ANTES DE IRME S LABURAR, DALE?

Le conteste “dale, besos”. Se la leía bien.

Se propuso escribir sobre lo mucho que le llamaba la atención que todos los mensajes de texto de su madre le llegaran con un signo de interrogación (el conclusivo, el que cierra la pregunta) al principio de cada frase. Pero presentía que tenía que ver con la diferencia en los modelos de celular. El de ella es muchísimo más avanzado. Además, el signo de pregunta se veía en negrita y metido en un cuadrado, tambien en negrita. Por lo tanto, asumió, solo se limitaría a hablar del mensaje en su dimensión sintáctica y menos informática.

El “yo tambien” era en respuesta del “te quiero” que le mandé en el mensaje anterior. El “mi vida” se lo creo. Soy su vida. El mañana mal escrito será por que la eñe está ubicada en un lugar muy de mierda para llegar con la uña en el teclado “Touch screen” de su celular. La a esta muy cerca de la s, ahí se explica el “s laburar”. La pregunta se la contesté. Y le mande besos. Ella no me mandó besos. También, mi idea de mandarle mensajes a mi vieja a las doce de la noche, no va.

A las doce y media se puso a escribir. Pensó si la mezcla entre veneno de mosquitos y el cigarrillo encendido podía causarle alguna clase de intoxicación. Pero en seguida pensó en que tal vez le facilitaría el proceso creativo el hecho de escribir bajo sus efectos. Pensó en escribir una historia sobre mosquitos que mueren.

Zumbar y picar. Comer y chupar. Morir. Sólo.

Le pareció profundo y poético. Y decidió llamar así al capítulo, como a su efímera creación. Y le ubicó, en centrado, el número dos.

UNO: NOCHE DIABÓLICA

El terror se apoderó de él. Una fuerte presión en el pecho lo incomodaba al punto de la desesperación. Prendió un cigarrillo. El último.

No quiero ir a comprar ni pedirle a mi hermana, además, hace un montón de frío. Ya la veía venir. Y el celular es un aparato tan de mierda.

El disco de soulwax lo estaba matando, pero le gustaba morir así. Pensó en escribir lo que le pasaba, para apaciguar la bomba de vacío que le hinchaba el torso. Logró escribir una frase espantosa. La miró durante siglos, pero el blanco lo cegaba. Por primera vez en su vida, había demasiada nada.

Chau pucho. Esta banda es perfecta, pero tal vez mañana no me guste tanto. No puedo escribir. La peor.

Tenía que pedirle un cigarrillo a su hermana, la necesidad de fumar se iba a volver irrefrenable, y cada vez era más tarde.

Bah, las doce. Casi.

Mentolados, fuma ella, de los que se convierten en mentolados.

Yo estoy re loco, igual ¿bajo?

Si, ya fue.

Tres cigarrillos mentolados y ni una cucaracha, mejor suerte para tanta travesía, imposible. Y para tanta travesía imposible. ¿Mentolo los tres? ¿se dice “Mentolo”? no. Pero esta bueno mentolarlos, aunque muchos digan que no. Me lo prendo ahora, son y diez, casi. Total tipo una ya me quiero tirar a mirar una peli que ya vi, cualquiera que ya haya visto. Voy a escribir una frase, lo que sea, así mañana lo leo y me armo alguna historia mas copada que cualquiera que se me ocurra ahora. Es cualquiera que se me ocurra ahora la frase, tambien, pero ya fue.

A ver.

El terror se apoderó de él, justo en el momento en que el dolor se le fue del pecho. Era terror a equivocarse, no había, por lo pronto, ninguna justificación paranormal en su miedo, aunque la casa en la que vive le diera todas las que necesitaba. Gratis. Se concentró en un título para su capítulo, pero por ser el primero y no saber siquiera si habrá otros, abandonó la lucha, aunque antes se forzó a pensar por lo menos uno. Quiere algo con robots, que en lo posible sea un nombre futurista. Él adora el futuro, aunque todo se le vuelva pasado entre los dedos.

A la vez debe ser prometedor, el nombre. Se pone los auriculares y busca alguna carpeta. Se descompone en seguida, la paranoia de que se corte la luz y pierda el archivo lo domina y recuerda la primera frase del escrito. La lee. Decide que tiene que tirarse a ver una película, y decide, también, que va a nombrar al capítulo de la misma manera que la película que elija para ver.