jueves, 17 de febrero de 2011

UNO: NOCHE DIABÓLICA

El terror se apoderó de él. Una fuerte presión en el pecho lo incomodaba al punto de la desesperación. Prendió un cigarrillo. El último.

No quiero ir a comprar ni pedirle a mi hermana, además, hace un montón de frío. Ya la veía venir. Y el celular es un aparato tan de mierda.

El disco de soulwax lo estaba matando, pero le gustaba morir así. Pensó en escribir lo que le pasaba, para apaciguar la bomba de vacío que le hinchaba el torso. Logró escribir una frase espantosa. La miró durante siglos, pero el blanco lo cegaba. Por primera vez en su vida, había demasiada nada.

Chau pucho. Esta banda es perfecta, pero tal vez mañana no me guste tanto. No puedo escribir. La peor.

Tenía que pedirle un cigarrillo a su hermana, la necesidad de fumar se iba a volver irrefrenable, y cada vez era más tarde.

Bah, las doce. Casi.

Mentolados, fuma ella, de los que se convierten en mentolados.

Yo estoy re loco, igual ¿bajo?

Si, ya fue.

Tres cigarrillos mentolados y ni una cucaracha, mejor suerte para tanta travesía, imposible. Y para tanta travesía imposible. ¿Mentolo los tres? ¿se dice “Mentolo”? no. Pero esta bueno mentolarlos, aunque muchos digan que no. Me lo prendo ahora, son y diez, casi. Total tipo una ya me quiero tirar a mirar una peli que ya vi, cualquiera que ya haya visto. Voy a escribir una frase, lo que sea, así mañana lo leo y me armo alguna historia mas copada que cualquiera que se me ocurra ahora. Es cualquiera que se me ocurra ahora la frase, tambien, pero ya fue.

A ver.

El terror se apoderó de él, justo en el momento en que el dolor se le fue del pecho. Era terror a equivocarse, no había, por lo pronto, ninguna justificación paranormal en su miedo, aunque la casa en la que vive le diera todas las que necesitaba. Gratis. Se concentró en un título para su capítulo, pero por ser el primero y no saber siquiera si habrá otros, abandonó la lucha, aunque antes se forzó a pensar por lo menos uno. Quiere algo con robots, que en lo posible sea un nombre futurista. Él adora el futuro, aunque todo se le vuelva pasado entre los dedos.

A la vez debe ser prometedor, el nombre. Se pone los auriculares y busca alguna carpeta. Se descompone en seguida, la paranoia de que se corte la luz y pierda el archivo lo domina y recuerda la primera frase del escrito. La lee. Decide que tiene que tirarse a ver una película, y decide, también, que va a nombrar al capítulo de la misma manera que la película que elija para ver.

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