Papá da vueltas alrededor mío. Estamos en el patio de casa, la casa donde nací. De la habitación de arriba llega un olor nauseabundo. Por la actitud de papá me doy cuenta de que no quiere que suba. Presiento que algo anda muy mal. Mi hermana está metida en el baño, con la boca apoyada en el inodoro. Voy hasta las escaleras y papá vuelve a frenarme, así que voy a la cocina, ahí el olor es mucho más agradable. Pero hay demasiada luz y la temperatura me produce confusiones. Papá sube de pronto. Alguien lo acompaña, alguien que no había visto antes. Vuelvo al patio, donde me siento más fresco. Mi hermana ya no está en el inodoro, se apoya ahora sobre el lavatorio. Me mira fijo. Empiezo a tener hambre y me acerco a ella a gran velocidad. Ella pega un grito y se aleja hacia la cortina de la ducha. Yo regreso hacia la escalera, desde donde siento el llamado de mi padre. Subo y me adentro en la habitación de arriba, donde el olor es insoportable. Mi padre yace en el suelo. Me siento mareado y descompuesto. Quien acompañaba a papá al subir, yace muerto junto a él. Mis sentidos empiezan a confundirse, mi cuerpo empieza a vibrar, y caigo al suelo, perdiendo por completo el dominio de mis alas. Lo último que veo, antes de morir envenenado, es la cara de mi padre, y su boca llena con la sangre del asesino.
Tenía que escribir esa historia, no podía quedar así, por más profundo y poético que fuera mi “Dos”. El olor a veneno no es tan terrible y me acaba de picar un mosquito. Acabo de ver la película “The entrance” y es bastante mala, pero tenía que verla, siempre me quedo dormido al principio. Supongo que en castellano se llamará “La entrada”, pero qué importa.